viernes, 6 de junio de 2008

Destinos probables de una Sonrisa

De puntillas, tratando de alcanzar la parte más profunda del anaquel, le sucedió encontrar aquella sonrisa. Estaba apenas dentro de la funda de un muy viejo long play de Kraftwerk.
Sí. Éste es mi anaquel y éstas son mis cosas y ésta sonrisa debería ser mía... o tal vez alguien quiso esconderla y olvidarla o esperaba poder traficar con ella ahora que valen tanto... esta se ve más bien desprotegida, descuidada y delgada...
La tomó con cuidado de uno de sus delgados dedos y la llevo al living para tratar de desempolvarla y saber bien cuáles eran todas sus características... recordaba haber visto otro tipo de bichos como ese en los catálogos de venta por correspondencia y en las tiendas por departamentos. No se recordaba si en algún momento él hubiera estado interesado en la venta de ese tipo de mercancías o si, como ya lo había pensado antes, eso era tan sólo una broma de mal gusto de sus compañeros de casa y se iba a meter en problemas por tener cosas que no deben estar en lugares como ese.
No, en una casa no deben estar las sonrisas que no tengan un registro aprobado por el fabricante y una licencia de tenencia y portación... porque puedes sufrir la
pena de que te incauten y te metan a la cárcel.
En fin, la sonrisa no es mía y deberé de preguntar a Svën y a Svëtlana si es de alguno de ellos... Ella, Svëtlana, es delgada, rubia, alta y no tiene ni un pelo de tonta, no creo que sea ella la dueña de éste artículo viejo que más parece de contrabando además que ella tiene dos o más guardadas que compró en un viaje a Rivera y que se jacta de que tienen sus papeles en orden y de que nadie tiene otra que tenga lunares amarillos sobre un fondo fucsia... Svën no es tan refinado como ella y sólo tiene una, igual que yo, hombres al fin dice ella...
¿Dudas de preguntar? Sí.
Debería guardarla para él y no responder ninguna pregunta que hagan sobre su procedencia al verle un aditamento nuevo... ellos entenderán que no quiere hablar de eso y por cortesía o por miedo ya no dirán nada, sí, debería guardarla para él... O echarla al retrete...

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