lunes, 30 de marzo de 2009

¿Has cruzado el Atlántico?

-¿Has viajado mucho? -pregunta la voz que se asoma sobre los lirios.
-Nadie viaja mucho -es la respuesta cortante que deshoja las ramas del viento.
-Pero... ¿has cruzado el Atlántico? -insiste la dolorida palabra que busca cómplices de su misma tesitura.
-Sin mojarme los píes, sin ver una ola encrespada, claro, lo he cruzado -dice, disimula una sonrisa.
-¿Cómo es allá? -inquieta, curiosa, quiere saber.
-De un verde sucio, gris, estuve en invierno... eso no se puede describir fácilmente -se arropa el cuello y se hunde en un silencio más.
-¿Supongo que ella te encontró? -sus labios tiemblan, sus palabras son un murmullo.
-Yo la encontré a ella: nunca me esperó, nunca me buscó -ahora sus ojos desaparecen.
-¿Y, cómo era ella en su tierra? -todo fluye hasta aquí, hasta esta duda solemne.
-Su rostro era... no sé... tenía cara de interrogación -entonces se va sin mirar atrás.

Librea

Yace mi gastada librea
en el achacoso
respaldo de aquesta silla.
Mis ojos se acostumbran
a la penumbra
que bailotea desde
la torcida vela.
Surge del baúl
del píe de cama
el blanco pañuelo
que ella me bordó,
lo tomo,
lo coloco sobre mi lecho
y de sus dobleces libero
al cortaplumas
con mango de nácar
que robé del escritorio del estudio.
Ritual de años es este.
Bajo mi almohada quedará
la cortante hoja:
será mi guía y protección
en ese camino de sueños
donde,
cotidiana,
me acecha la libertad.

domingo, 22 de marzo de 2009

Observación 7

Lo edificó sin método: las libreras apoyadas en las cuatro paredes de la habitación cubriéndolas completamente, desfigurándolas. Una silla enana a la par de la puerta, a la derecha al ingresar. La cama al centro de la habitación. Se podría caminar alrededor suyo, esquivando libros apilados en torres que semejaban cirios multicolores y deformes. Por todo el suelo papeles que mentían palabras ruinosas, que se jactaban de haber sido leídas. Un tragaluz desgarraba claridad de vez en cuando.
Repito que no hubo método alguno en su acumular. Sin embargo, ese santuario de descanso, a la hora de su muerte, era un perfecto mausoleo.

martes, 17 de marzo de 2009

Retazos de un amanecer cualquiera

Ya está dicho.
En las pupílas se teje la luz.
Así, con más sueños que verdades,
se erige mi día a día.
Nada queda del ayer,
del ejemplar horror
que me visitó cotidiano.
Ya está dicho.
En las manos se retiene
-cálida-
la sensación de presente.
Permítase que sea benévolo.
Ya está dicho.