miércoles, 6 de agosto de 2008

Campo de Batalla (2)

...quienes debieron ver el estandarte ahora yacen sangrantes en la planicie.
Ondea la imagen marinera de la Virgen del Carmen sobre cientos de cadáveres.
El sacerdote recorre el campo buscando los cuerpos de los propios, les da la extrema unción. Tras él, una fila de improvisados camilleros va buscando heridos. Caballos con ojos tristes, postrados al fin, ya no se levantarán. Los cuerpos de los Tlazcaltecas no se distinguen bien de los K'ich'e. Hay una línea muy delgada que los separa y apenas pueden ser identificados. De nada les valió ser bautizados y convertidos a la nueva fe en Tenochtitlán, llamarse ahora Pedro o Juan, ahora nadie los puede salvar del fuego eterno, nadie les cierra los ojos, nadie arranca de sus pechos los pedernales de las flechas y las lanzas, nadie junta sus cerebros expuestos por el golpe seco de los garrotes.
El tenue olor a pólvora se va disipando. Los gallinazos vigilan con ojos de gula.
¿Qué hemos ganado? La pregunta parece ser inútil... esta batalla es otra más. Es revivir viejas historias de una reconquista de la cuál no fuimos parte. La patria, el reino, quedan lejos ya. Nos hemos convertido en defensores de una fe que de a poco nos libera del estigma de ser simples asesinos.
Un lancero levanta el estandarte y ordena acampar. Poco a poco van dejando ese sitio. Presienten el olor a podredumbre que se levantará en poco tiempo.
A lo lejos, en las colinas, un niño y una mujer lloran.

sábado, 2 de agosto de 2008

Campo de Batalla ( 1 )

Cabalga el lancero. Tras él camina una figura vestida de negro y blanco, píes descalzos, tonsura, estandarte rojo en sus manos.
La línea de desarrapados que va tras ellos es apenas un sueño que por momentos deviene en pesadilla. Son soldados de a píe, uno de ellos atesora contra su pecho un manchado lienzo que hace mucho tiempo pudo ser blanco. Otros lanceros cierran la caminata, retaguardia temerosa que nada puede hacer en este camino pedregoso no apto para las bestias que son su montura.
A muchos pasos de distancia de ellos, adelante, píes descalzos susurran silencios. Torsos desnudos mejor adaptados al clima, a las pronunciadas pendientes de los cerros, obligados guías que temen decir, confesar su desconocimiento de algunos caminos.

... pues pidieron parlamentar y les fue negado. No hay que confiar en esos seres que veneran al demonio y se nutren de nuestras carnes...

... en la planicie yacen los cuerpos, que sean alimento de los buitres...
... el río se tiñe de rojo...
... y la pequeña capilla se empieza a construír. El blanco lienzo y el rojo estandarte presiden en el improvisado altar mayor. Se oficia misa por primera vez en estos territorios.
Al caer la noche, comiendo la magra ración cerca de un fuego, hay quien dice que vio a Santiago Matamoros cabalgar por los aires en flamigera montura, conduciéndolos hacia la victoria sobre los infiéles...
... y le llamaron "La Conquistadora"...